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La revolución energética en Colombia: ¿Qué hace falta para el gran salto?

En Colombia, desde hace más de 20 años se viene hablando de la importancia de la transición hacia fuentes no convencionales de energía. En efecto, hoy el país es un referente, ocupando el puesto 29 entre 115 países que son incluidos en el índice de transición energética del Foro Económico Mundial, y el tercer lugar en América Latina, solo superados por Uruguay y Costa Rica. 

Con el apoyo técnico y financiero de organizaciones como el Banco Mundial, el país ha dado grandes saltos en materia de política pública gracias a la formulación e implementación de leyes, decretos, estrategias, y planes relacionados con el tema. En los últimos años, podemos destacar la emisión de la Ley de Energías Renovables (2014), el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, con importantes metas e indicadores asociados al tema y, más recientemente, la Ley de Transición Energética (2021)

Adicionalmente, existen hojas de ruta macro, tales como el Plan Energético Nacional (PEN) 2020-2050, las recomendaciones de expertos de la Misión de Sabios y la Misión de Transformación Energética. A esto se suma el CONPES 4075 o Política Pública de Transición Energética que fue aprobada en marzo de 2022. No obstante, el país tiene muchas tareas pendientes que deben ser abordadas para impulsar un verdadero desarrollo energético y que respondan a una estrategia intersectorial e integral, tal como lo plantea el CONPES 4075.

Una primera tarea es seguir consolidando la articulación entre el sector productivo y la academia. Tanto el PEN, como las recomendaciones de los expertos de las Misiones, hacen énfasis en la pertinencia de la ciencia, tecnología e innovación como herramienta para el cambio de matriz energética, a partir de la generación y transferencia de conocimiento que incida en un aumento de la eficiencia y la competitividad del sector. De ahí la importancia de escenarios como los grupos de investigación, los Centros de investigación e innovación y órganos consultivos territoriales como los CUEE (Comité Universidad -Empresa- Estado).

Por otro lado, se deben fortalecer a las entidades territoriales para una mejor planeación y estructuración de políticas que no queden en letra muerta, sino que cuenten con recursos financieros y técnicos para su implementación, articulados con todo el marco normativo nacional y con agendas público-privadas que le apuntan a la sostenibilidad. El posicionamiento que ha logrado el país a nivel internacional responde más a políticas macro y a la inversión en grandes infraestructuras, que una verdadera eliminación de brechas de conocimiento y aplicabilidad de nuevas tecnologías y fuentes de energía renovable en los territorios y en nuestra cotidianidad. 

También es clave avanzar con estrategias de apropiación social del conocimiento, que generen un cambio cultural en el país, de tal forma que la ciudadanía comprenda la importancia de la apuesta mundial y nacional por la transición energética, la lucha contra el cambio climático y el compromiso con las nuevas generaciones. Ejemplo de ello es Alemania, que inició su llamada energiewende o revolución energética a partir de un proceso de consciencia ciudadana desde abajo o bottom-up, sumado a las iniciativas gubernamentales top-down

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De ahí la importancia de promover nuestra propia revolución energética a partir de estrategias integrales y espacios como el Centro KAI en el Departamento de La Guajira. Este Centro de investigación, innovación y emprendimiento es una iniciativa de MinCiencias en conjunto con Vertical-i que busca democratizar y potencializar el conocimiento sobre energías renovables, articulando a los actores del sector productivo, la academia, el sector público y la sociedad civil alrededor del desarrollo local y la ciencia, tecnología e innovación. Para seguir posicionando al departamento y al país como un referente de energías no convencionales en América Latina y a nivel internacional.

Por: Jessyka Manotas Muñoz – Coordinadora de Políticas Públicas en Vertical·i

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